Posiblemente tenga más memoria de lo que pensaba y aún más de lo que me gustaría.
Sigo en ese sofá, acostada de mala manera, incómoda. Esperando sin esperar nada. Sin saber qué es mejor. En el fondo, quizás, nada haya cambiado.
Y me odio por eso: ¿pero qué te pasa?
…
Cada día añado un parche más a mi viejo abrigo, pero no tengo nada para combatir el óxido que me corroe; por dentro.
Soy como un reloj de pared que da las horas… pero sólo porque le dan cuerda. Nadie se percata de que sus engranajes chirrían; aún.
(Una vez me explicaron que si sonríes, a tu cerebro le das la indicación de ser feliz)