Caminas y escuchas tus pasos. El sonido se propaga a lo largo de toda la calle. Te giras; no hay nadie. Ya es de día y sonríes.
De nuevo, miras a tu alrededor: estás solo. Solo en una calle en la que siempre hay gente y ruido, sobre todo, ruido. Te encanta. Caminar y sentir que todos duermen mientras tú aún no has dormido. Y la soledad inesperada. Y haber disfrutado de una gran noche.
Además, el buen tiempo ya está aquí. Caminas con una chaqueta de entretiempo y aunque no la llevaras puesta, sólo sentirías un frescor agradable. Parece que la libertad te roza la cara y guía tus pasos. Y no corres.
El sol, a las 9 de la mañana, ya empieza a calentar. Qué gustito.