Barcelona en voz baja y tú sigues gritándome. No te oigo pero te escucho, aunque sólo a veces. Por sentir algo, supongo.
Roma ha subido su volumen; Italia me encanta, la adoro. ¿Y si viviera allí?
¿Y si viviera en cualquier parte menos aquí? ¿Y si viviera en lugar de sobrevivir?
Caminar entre la gente y apenas oír sus pasos. Estar rodeada de coches que circulan y saber que están ahí porque los veo. Es extraño cómo han bajado el volumen de la ciudad. Y el silencio que va y viene de un oído a otro. Y el sonido que molesta dentro de mi cabeza: el mismo zumbido de siempre.
Ya sé que no es la solución -tú también lo sabes-, pero es una de ellas.